29.8.16

TIERRAS Y PROMESAS

Columna Arte e Identidad, por PASSEPARTOUT
Verção portuguesa

Rio de Janeiro, Espaço Alcazar, Mariano Akerman: Expressões em Copacabana, junio-julio de 2016. Collage digital con detalles de diecisiete obras de Akerman

Abraham contempla las estrellas es un trabajo gráfico realizado por Ephraim Moses Lilien para ilustrar la edición alemana de Los libros de la Biblia (1908). Se trata de una escena crucial para la identidad del pueblo hebreo. En esa imagen, Lilien introduce al primer patriarca de Israel quien, obedeciendo las palabras del Señor, mira al cielo y cuenta las estrellas, ya que ellas ejemplifican su futura descendencia (Génesis 15:5).


Ephraim Moses Lilien, Abraham contempla las estrellas, 1908

Tradicionalmente, es a partir de ese momento que se establece el Pacto (Brit) entre Dios y Abraham, de modo tal que Abraham será el origen de un pueblo que reconoce como su dios a Yahvé y dicha divinidad a su vez le entregará la Tierra Prometida en posesión perpetua al pueblo hebreo.

Durante más de tres milenios el pueblo hebreo reconoce, ama y cela al Creador del Universo como su única divinidad. La Tierra Prometida se materializó en el antiguo territorio Israel. Luego de veinte siglos de Diáspora, ella encontró nuevamente expresión en el moderno Estado Hebreo. Sin embargo, la “Tierra de Leche y Miel” conoció pocos y breves períodos de paz. En la actualidad, el Estado Hebreo es una nación independiente desde hace ya 68 años, pero en lo que concierne a reconocer a Jerusalén como su capital, única e indivisible, las naciones del mundo tienden sistemáticamente a distanciarse de ello, negándosela a Israel. Jerusalén parece condenada a ser a no más que un sueño.

Y soñada es también una ilustración desarrollada en 1989 por Chanan Mazal para Ezequiel 11: 16-17, texto que profetiza el futuro retorno del pueblo judío de la Diáspora, con el subsiguiente otorgamiento de la Tierra de Israel.

Chanan Mazal, Ilustración para Ezequiel 11, 1989

La imagen de Mazal no refleja la realidad jerosolimitana actual, sino que se limita a evocar a una antigua profecía bíblica. Siguiendo estrategias de representación medievales y presentando un mundo sin personas, Mazal incorpora el texto de Ezequiel en una configuración conceptual y concéntrica. En su centro ubica al Templo de Jerusalén, con sus utensilios de oro, y rodea todo con una muralla, simbólica de la Ciudad de David. Mazal invoca así los tiempos mesiánicos, caracterizados por la reconstrucción de la Ciudad Santa y el Templo. La muralla de Jerusalén es por otra parte cercada por un doble anillo hebraico con la profecía de Ezequiel y todo ello es a su vez último contenido por un anillo formado a partir de las fachadas de dieciséis sinagogas diaspóricas.

En la imagen de Mazal, la Diáspora es simbolizada por un conjunto de fachadas, estilísticamente diversas. Mas la esencia de las sinagogas diaspóricas es su estilo arquitectónico, sino en la preservación de la continuidad de la fe hebrea en el Texto Sagrado. Históricamente, con la pérdida de la independencia territorial y el segundo Templo de Jerusalén reducido a escombros, la única patria que tuvo el pueblo judío fue la Toráh. Significativamente, con o sin tierra, la Diáspora preserva aquella “patria portátil” durante más de dos mil años.

Oriundo de Estados Unidos, Mazal emigró alguna vez a Israel y residía ya en Jerusalén cuando realizó su ilustración para la profecía de Ezequiel en 1989. Se trata de un trabajo original, que responde a un punto de vista tradicional y es a su vez sionista. El autor representa una Jerusalén ideal. Tal Jerusalén forma parte de una visión que aún no se materializó. Si bien válida en términos de creencia, la profecía, cuando aún no cumplida, queda automáticamente relegada al plano de lo Imaginario.

En Ciudad del Señor, diferente es el abordaje de Jerusalén por parte de Mariano Akerman, quien desde Argentina llegó a Tierra Santa y residió en su capital durante algunos años. En 1991 Akerman pinta una ciudad que es percibida a través de un arco con el arpa de David. Mas la ciudad es contemplada desde cierta distancia. Sin embargo, Akerman incluye deliberadamente la Mezquita de Omar, el Muro Occidental y la Iglesia del Santo Sepulcro, todos en una misma ciudad. El autor alude con ello a la necesidad de un real diálogo interconfesional.

Mariano Akerman, Ciudad del Señor, 1992

Y en tanto que Mazal responde a una antigua aspiración del judaísmo, Akerman expresa un actual deseo de una coexistencia pacífica entre los creyentes de las tres religiones monoteístas. Mazal se centra en la profecía y representa un mundo en plena disección arquitectónica. Es como si Mazal adoptase el punto de vista de un Sumo Sacerdote de Israel ante el Santo de los Santos. Claro que ello no es aplicable en el caso de Akerman, para quien Jerusalén es un lugar a ser aún descubierto, un lugar esencialmente diverso.

Mariano Akerman, Credo, 2012

Credo es un collage realizado por Mariano Akerman en 2012. El trabajo se compone de dos sectores, ambos con fondos de color tierra. El sector derecho presenta doce cuadrados marrones, cada uno de ellos provisto de una letra hebrea iud [י], representada en color y textura que le son propios. El sector izquierdo del collage muestra una planta con siete hojas y cuya raíz tiende a insertarse entre dos áreas rectangulares policromas. En Credo, el motivo de la derecha evoca al pectoral del Sumo Sacerdote de Israel, caracterizado otrora por sus doce piedras distintivas y representando a las doce tribus israelitas. La menorá o candelabro hebreo de siete brazos es por otra parte el referente de la planta que figura sobre la izquierda del collage. Con todo, en la imagen de Akerman, las piedras se han vuelto semillas multicolores y la menorá se ha transformado en una especie de planta danzante. En Credo, los materiales inertes de los tiempos bíblicos se han vuelto la materia orgánica del día de hoy. Las doce iudim simbolizan así al pueblo de Israel (iehudim), mientras que la planta danzante, por tener su origen en la menorá, puede ser asociada a nociones tales como creación y/o creatividad.

El título de la obra—Credo—funciona como un manifiesto personal, donde semillas y planta son las protagonistas de un trabajo que celebra respectivamente las nociones de pueblo hebreo y creatividad. Lo significativo en este caso es el que la Tierra Prometida sea evocada a través de los fondos de color marrón. Nos preguntamos: ¿podrían las semillas y la planta llegar a desarrollarse plenamente de no existir una Tierra Prometida como telón de fondo?

Según Akerman, Credo fue realizado al pie del Himalaya, pero adquirió un nuevo significado en Brasil:

En cierta oportunidad visité el Museo Judaico de Río. Es un lugar donde se aprende acerca de las tradiciones hebreas y la historia de las comunidades judeo-brasileras. El Museo posee una pequeña colección de Judaica. Los textos sagrados y objetos litúrgicos propios del judaísmo son allí acompañados por el traje de una novia sefardí, las alcancías que recibían las donaciones para plantar árboles en la Santa Tierra y los inquietantes ‘pijamas’ que eran obligados a portar quienes hacían trabajos forzados en los campos de concentración. La muestra culminaba con algunos cuadros, sombríos en su mayoría, y referentes todos ellos al Exterminio. Noté también la biblioteca del Museo. Entre sus volúmenes llamó mi atención uno dedicado a las empilonadísimas tumbas del cementerio de Praga. Sentí tristeza. Y pensé que sería bueno que el Museo poseyese algún trabajo que celebrara la Vida. Por eso decidí que, cuando fuese oportuno, Credo le sería otorgado al Museo Judaico. Allí, mi obra bien podría detonar múltiples pensamientos en los visitantes: pensamientos ligados a las nociones de plantar, crecer, dialogar, compartir, ser. En fin, el Museo contaría con un trabajo propiciatorio para una dialéctica de la Esperanza.

Credo fue recientemente donado por su autor al Museo Judaico do Rio de Janeiro y forma actualmente parte de la colección permanente de dicha institución carioca.




Columna Arte e Identidad

PASSEPARTOUT. Artista plástico, arquitecto e historiador del Arte. Investigador sudamericano especializado en comunicación visual. Conferencista independente com 12 premios internacionales en Arte y Educación.

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